* En los años 60 y 70, las personas más
influyentes de los pueblos españoles eran tres: el alcalde, el cura y el
maestro. Mis recuerdos se remontan a la calle de las bodegas donde en rigurosa
fila india y soplándonos las manos por el frío del invierno, esperábamos la
llegada del maestro; al dar la vuelta la esquina y desplegando un enorme
periódico doblado en cuatro partes donde se leía en grandes letras rojas “HOY”
aparecía con paso pausado nuestro maestro; a su llegada, sacudiendo las manos
sacaba del bolsillo de su gabardina una enorme llave que abría la puerta de una empinada escalera y
apartándose rápidamente se repetía el protocolo diario: subía como un
torbellino la fila de niños ocupando por parejas los antiguos pupitres. Era comienzo del rezo y las tareas propuestas por Don
Gaspar, mi maestro, falleció prematuramente pero mi recuerdo perdura por su
labor incansable y paciente.
Este día quiero dedicar mi recuerdo a cada
uno de esos educadores que de algunas formas influyeron en lo que hoy es mi
vida y una de mis pasiones, la enseñanza.
Gracias, maestro.
